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miércoles, 31 de marzo de 2010

RESPIRANDO EMOCIONES

RESPIRANDO EMOCIONES


LLoraba……..el amor angosto que hasta entonces había derruido todas sus joviales y utópicas creencias, le recordaba que los Martes también había que vivir, pero su filosofía llena de grandilocuencias y recuerdos distorsionados entre delicadas brumas, le hacía percibir el aroma añil de la desgracia.
Sospechaba que el sabor de la guadaña le sería familiar, no obstante todos hemos parido la sangre que emana de sus afilados destellos, pero se negaba a interiorizar las fatales consecuencias que traería consigo el movimiento involuntario de la vida, (¡qué sarcasmo!), girando alrededor de un círculo concéntrico que atraía horizontes encontrados, enlazados sutilmente por los delicados filamentos de las reconfortantes experiencias que desconcertantemente anidaban en la imagen incierta de su pupila.

El Invierno se resistía a marcharse, se agarraba y ceñía con su feroz mandíbula a fechas que ya no se aliaban con su plañidera climatología. Ello había hecho mella en él, tan sensible a la soledad monocromática de su pensamiento. No obstante, aunque desde el punto de vista social era el símbolo de la alegría y la diversión, cuando el sol se despedía del mundo regalando sus últimos brillos destructores de nostalgia, su mente mutaba en un crisol de traidores pensamientos, que aprovechaban para maltratar y herir su alma, haciéndola añicos, y permitiendo que el color púrpura se deslice maliciosamente entre sus vestiduras, despellejando sus ilusiones, mostrándolas en carne viva a los ojos de la fiera que toma su forma de la mano de la conciencia, y esquilma salvajemente los últimos vestigios de entereza, que se escondían detrás de la imagen reluciente de sus perseguidos trofeos, ahora arrancados entre sollozos de la historia recalcitrante, reconstruida a través del acopio de las enésimas moralejas extraídas de sus nocturnas visiones oníricas.

Sabía que acechaba, él era feliz, pero tenía que continuar luchando cuando el color negro se hacía dueño del mundo, escuchaba sus carcajadas a través del minúsculo cristal que encapsula nuestros miedos. Había dejado que su corazón quedase enjaulado, durante minúsculos instantes, (que a él le parecían eternos), entre rejas construidas con la malevolencia que otorga caminar con las alpargatas de la prepotencia y la altivez. Era consciente de sus frecuentes y dolorosos errores, y se cobijaba en la imperfección humana, aunque sabía a ciencia cierta que no había mayor falacia que esconder los excrementos viscerales del olvido dentro del baúl de las desdichas.

Era perfecto conocedor de que el final de la batalla era muy cercano, y aunque su sangre se esparcía por los recónditos escondrijos de su memoria, no era menos cierto que el tiempo le iba a prestar su poder, blandiendo su espada con el hercúleo brazo de la sinceridad, y dejando que su consciente se adentrase en sus entrañas para hacerse experto de sí mismo, es el inevitable dolor que produce la angustia, cuando todas tus defectos y patrañas logran hacerse hueco en tu alma, cuando por amor a la vida logras la ACEPTACIÓN……

Amanecía, POR FIN el sol mordía incesante la sensible aorta de la melancolía, y hacía brotar del minucioso espíritu de la alegría, la brillante policromía del aire fresco. Por fin volvía a su reino, regresaba en la alfombra de la risueña esperanza a la felicidad y placidez que envolvían con suaves sedas su henchido corazón. Otra noche más había vuelto a perder, pero no dejaba de ser eso, una batalla, otra más de las decenas de miles en las que había caído derrotado, pero siempre resistía, su último aliento resistía numantino, sabedor de que el perfume inconfundible del amor, limpiaría con sonrisas cristalinas y puras las llagas de su alma. Feliz, risueño, contemplaba la mirada limpia que emanaba fehacientemente de los ojos adornados por la pasión, dueños y señores de su vida, y una frase de cariño se introdujo, levemente, entre sus oídos de marfil, consiguiendo que el calor se tornase en escudo protector de su extasiado pecho….



GUSTAVO ADOLFO PUERTA

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