martes, 23 de marzo de 2010
Cambios
Sucede que la vida vuela y nosotros con ella. Sucede que nacemos, morimos y volvemos a nacer todos los días; y a cada instante entramos y volvemos a salir de la senda que nunca jamás se puede volver a pisar.
Sucede que hace unos días éramos inconscientes de nuestra felicidad y hoy somos conscientes del paso del tiempo, del discurrir de una corriente de agua que hace unos días era un sutil arroyo y mañana será un torrente de sangre vertida en el mar.
Sucede y no deja de suceder, ayer aquí y hoy también y mañana también y así podrá ser sin volver a ser sin cambiar de estado o no; pero ya no seremos lo que somos y menos lo que fuimos o pudimos ser. Ya no podremos desviarnos en la última encrucijada; ya no podremos tomar el atajo del éxito o la dureza de la realidad que una vez pudimos elegir. Ya decidimos en su momento y ahora no somos, ni remotamente intentarlo, lo que pudimos haber sido.
Yo soy yo, mis circunstancias y su conjunción. Y Fortuna acechando en el horizonte atenta a intervenir sin descanso, siempre modulando y golpeando con su mazo decisorio sobre cualquier hilo argumental que escribamos. Dharma gira sobre nuestra moral y acaba imponiendo su ritmo en nuestros pasos, poco a poco pero sin caer a la cuneta.
Noble río es aquel cuyas aguas no se desbordan y evitan inundaciones ajenas a su caudal, que muestra templanza en las tormentas y rigidez ante el trueno y su rayo. Río en definitiva cuya desembocadura se abre acogiendo al salitre y a la gaviota, haciendo que su muerte quede en la nada de una nada que una vez todo lo fue.
Hoy, mañana, ahora, en este instante, ya no se es siguiendo siendo. Gira la rueda desde el amanecer hasta el crepúsculo llevándose a uno por delante y renaciendo de la misma sangre derramada, de la misma vida que fue pero que sigue siendo.
Carlos Postigo
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