martes, 21 de septiembre de 2010
Sueño de mis recuerdos
Otra vez me repito; regreso a un pasado que sigue persiguiéndome, que atormenta mis días más soleados y armónicos de mi efímera vida. Vuelvo la cara a un tiempo que me arrolla, arroyando mi ya agrietada faz, arropándome desvistiéndome y dejándome a la intemperie. Solo.
Es una tormenta, donde cada infinita gota es un detalle vivido, o creado, o interpretado; en definitiva, cuchillos que por su propia ligereza penetra hasta en lo más hondo de la piedra, de mi corazón; rasgando mis pupilas y evaporando la mielina de mis nervios, dejándome a merced de la pasividad.
Estático. Quedo reflejándome en el cristal de mis recuerdos. Muevo el dedo índice de mi mano derecha y siento una ráfaga de presente, suave, ligera, casi invisible. Se ha vuelto a escapar entre mis dedos. Cierro la mano, el corazón, la mente y levo mi cuerpo, dejándome llevar.
Quebrada, sucia, estúpida, pero una foto jamás, jamás envejece. Me rebelo, abro los ojos y ciego, clavo una lágrima en el centro de la imagen. Me vuelvo y miro el mundo. Fuera, allá, quizás en la loma del horizonte encuentre el sentido al futuro, la Unidad y aquellos ojos que me hacen quedar atado al cabecero de mi cama.
Despierto y lloro; reclamo mi identidad, me visto con los recuerdos y salgo a la fría realidad. Mis huellas se clavan en mis pies, cada paso que doy es un lamento, un desgarro arterial en mi cerebro. Levanto mi cara y me observo mirándome por la ventana. Vivo la realidad de un sueño que una vez soñé, y cuyo recuerdo no deja de estar presente en mis noches. Sueño de mis recuerdos.
Carlos Postigo
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