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viernes, 3 de septiembre de 2010

Los arquetipos de Luz-Bel: 3 – La Emperatriz


Los arquetipos de Luz-Bel

3 – La Emperatriz

Ya era hora, Hombre, hijo mío, de que te presentase a tu santa madre. Gaia, la Naturaleza que gobierna sobre toda la creación y que no es otra cosa que lo que sale de su seno. Ella, la Emperatriz es el crisol, el cáliz, donde las acuosas ideas del Mago toman forma gracias al calor del fuego espiritual de la Sacerdotisa, la Papisa.

Ella es la punta móvil del compás que dibuja, con su mina, el círculo del Universo. Un universo aparentemente inabarcable pero finito. Ella gobierna sobre todo lo que existe y vive dentro del círculo. Es la madre cariñosa que mima a sus hijos; pero también es la madre feroz que los reabsorbe, en su seno, para ser reciclados en nuevas formas de vida material.

Hijo mío, mientras ocupes tu cuerpo mortal jamás podrás separarte se tu santa e inmaculada madre. Ella está en las constelaciones. Ella es el vacío estelar y el fuego de las estrella. Ella gobierna sobre las aguas de los cometas y alimenta a las criaturas marinas aéreas o terrestres. Aunque su fondo y origen es amoroso, no destructivo para la materia, como el de la Papisa; no obstante su amor se encuentra muy por encima de nuestra consciencia del bien y del mal.

Igual que nosotros, sin querer, podemos ocasionar, sin percatarnos, una terrible catástrofe en un hormiguero cuando caminamos, así tu madre, hijo mío, puede destruir civilizaciones enteras, ocasionar extinciones cíclicas masivas y modificar parcelas enteras del cosmos.

Pero las ideas, los espíritus de la creación, siempre permanecen aunque cambien sus cuerpos. Amorosamente, ella siempre dispuesta, proporcionará la materia necesaria para retomar la corporeidad perdida debido a cualquier causa o accidente ocasionado.

A ti hijo mío, como Ser en parte material y por lo tanto mortal, te parece todo ruin, trágico y bestial; pero si observases el cosmos desde la perspectiva de la Emperatriz, tu madre, comprenderás que nada es tan trágico y dramático. Solo son ciclos de los círculos de la punta del compás. En la Naturaleza, lugar de gobierno de la Emperatriz, ella misma, todo es cambiante. Nada permanece estático, ni tan siquiera la más diminuta partícula de polvo estelar.

Esos movimientos, naturales, cuando son de tamaño diminuto a ti te parecen inocuos aunque a criaturas ínfimas de tamaño les produzca catástrofes inenarrables. Así sucede con vosotros los humanos en vuestra relación con vuestra santa e inmaculada madre. Ella extiende sus brazos y los cúmulos estelares tiemblan. Se mece el pelo y las galaxias chocan unas contra las otras. Estornuda y se crean nebulosas estelares donde nacen las estrellas.

Todo sale del vientre de la emperatriz. Todo se mueve dentro de la Naturaleza; pero nada material puede salir del interior del círculo porque lo que hay o no hay fuera impediría la manifestación de cualquier cuerpo visible y tangible. Solo las ideas incorpóreas, los espíritus, pueden vivir fuera de la creación de la Emperatriz.

Gracias a tu madre, hijo mío, podemos mantener esta conversación y puedo contemplar tu faz cuando los interrogantes redibujan tu rostro. Aunque tú no puedas verme, ya me mostraré a ti, si puedes escuchar mi voz como un susurro interior que te habla con la fuerza de un padre hacia su hijo. Tiempo llegará en que sepas quien eres en verdad e hijo de quien eres también. De momento confórmate con saber que la Naturaleza es la madre de tu vehículo corporal y del aire que respiras. Del agua que compone las células de tu cuerpo y de los minerales que conforman tus huesos.

Tu espíritu es un alienígena en este cosmos ideado dentro del Caos del Loco por la eterna mente del Mago y recreado en la Emperatriz gracias al, fuego, Espíritu de la Sacerdotisa.

ARALBA

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