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lunes, 10 de enero de 2011

Historia, Mitos y Leyendas


En el ámbito filosófico, estas tres disciplinas tienen una cosa en común ya que intentan explicar conceptos. En el caso de la Historia, hechos pretendidamente reales. La realidad es un concepto intangible si no fuese en estado presente y o se vive o se cree, pues suele pertenecer a nuestro pasado. En el caso de los Mitos y las leyendas, se intenta mostrar algo que todo el mundo está de acuerdo en que no ha tenido existencia real; pero que intenta decirnos algo aunque no sabemos bien el qué. En muchas ocasiones suelen ser considerados como simples cuentos para el entretenimiento de escuchantes o lectores. En este último supuesto, deberíamos introducir cualquier tipo de novela o historia de ficción en la misma mochila de los mitos y las leyendas, o al menos podríamos considerar que los mitos y leyendas antiguas no serían otra cosa que los precursores de los cuentos y novelas actuales.

Al contrario que la Historia, que mira hacia hechos más o menos cotidianos que les sucedieran a antecesores nuestros y que deben ser comprendidos mediante una mente concreta, los mitos y leyendas van dirigidos, con la intención de ser interpretados por la mente abstracta humana; pero hay otra cosa que todas ellas suelen tener en común y es que son utilizadas para el adoctrinamiento de la conducta humana. En el caso de la Historia, que debiera ser objetiva con hechos reales, no debiera de suceder así, sino tan solo mostrar una información tipo periodística; pero el caso es que todo el mundo sabe que la Historia, como cualquier otro medio de información, se viene manipulando desde su primitivo nacimiento.

La Historia siempre la escriben los vencedores y cuando es revisada por investigadores del futuro ya ha pasado demasiado tiempo como para descubrir la verdad en su totalidad; sin embargo, los mitos y las leyendas han sido escritas con la intención de que, de forma subliminal, las personas a quienes van dirigidos puedan comprender su significado. De algún modo, son utilizados para sortear la censura de la oficialidad; esa oficialidad que es responsable de la escritura de la propia Historia. Como los mitos y leyendas están arropados por un halo misterioso y legendario, suelen tener múltiples interpretaciones, tantas como lectores u oyentes puedan tener acceso a ellos.

Los Pensadores honestos, tras repasar los escritos legendarios solían sacar comprensiones filosóficas profundas tal y como sucediese en las antiguas metrópolis griegas, ayudando a la comprensión de la realidad de la compleja existencia humana; pero los deshonestos, listos de atar y avispados comerciantes de ideas, descubrieron su potencial para manipular a sus conciudadanos y nos regalaron, regalo envenenado, con la religión primero y con la política después. En un principio, tanto la religión como la política y la ciencia estaban unidas y se impartía su conocimiento mediante las aulas eclesiásticas; donde solo los hijos de las clases dominantes podían tener acceso a esos conocimientos. Saber es Poder.

Los mitos y las leyendas están realizados para que cada uno, individualmente, pueda interpretarlos. Si no es posible la interpretación, en un momento dado, es mejor dejarlos a buen recaudo hasta una próxima lectura o audición y entonces sí, es posible que podamos entender su profundo mensaje. Pero el común de los mortales somos gente acomodaticia y preferimos que sean otros los que nos interpreten esos insondables significados. Entonces, resulta que el conocimiento no es nuestro, no nos pertenece, es de los propios comentaristas a los que generalmente pagamos, de un modo u otro, para que nos saquen las castañas del fuego.

El Ser Humano, el Hombre, el Dios que llevamos todos dentro, solo puede despertar a la Vida si somos nosotros mismos quienes interpretamos nuestro destino a través de los escritos legendarios. La interpretación de este mitólogo o aquel historiador nos pueden servir para acercarnos a la lectura de los mitos y leyendas que nos están esperando para abrirnos la consciencia de la verdadera reinterpretación, tanto de nuestro origen, como de nuestra existencia así como del destino que nos depara; pero si nos estancamos en dicho paso, perderemos la oportunidad de ser nosotros mismos quienes alcemos el vuelo de la divinidad, convirtiéndonos en simples borregos que seguimos a otros. Solo seremos papagayos que repiten, de forma ininteligible, las palabras de otros que sí es posible que llegasen a convertirse en seres divinos, hombres, humanos en definitiva.


ARALBA

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