martes, 18 de mayo de 2010
En el patio de la cárcel.
A Carlos Postigo.
En el patio de la cárcel cohabitamos todos. Hombres burbuja de cabeza, cuerpo y extremidades. En un principio, cada uno poseemos nuestra propia celda. Es una celda oscura de tonos que da al patio de la cárcel. Llega un día en que se nos saca de ella y se nos lleva, sin que podamos o queramos evitarlo, al inmenso patio. Los guardianes -De los que dicen que son en infinito número, aunque algunos piensan que no son ninguno, y otros que nosotros mismos- no pierden la llave de la celda ni ocupan ésta con el cuerpo de otro. Ya habrá lugar, a última hora, para que volvamos a Nuestra celda, y ésta ha de permanecer vacía mientras tanto.
En el patio de la cárcel cohabitamos todos, mas ninguno sabe con exactitud su forma física. Los hombres burbuja han aprendido a memorizar su sitio en el gran patio y a ocupar de palabras el tiempo que les queda. Entre los hombres burbuja, las taxonomías arcaicas, y por ello nunca jamás obsoletas, los han clasificado en distintos tipos en función de su quehacer en el patio. Los hay que pasan el tiempo observando el ancho y extremo cielo que ocupa la cúpula del patio-Acerca de este cielo unos dicen que es sólo una porción del cielo real existente, que es infinito e inabarcable; otros opinan que la porción de cielo es todo el cielo posible y existente-.Cada uno de estos guarda en su mirada un pedazo de cielo y dice, o cree decir de él, que le es propio y le pertenece.Aparte de éstos,los hay que pasan su tiempo con los ojos clavados en el suelo,casi debajo de la tierra,sin levantar la mirada de la arena del patio.Algunos de los otros se mofan de ellos diciendo que sus ojos son semillas putrefactas echando raices bajo tierra.Y por último están aquellos,creación mixta de los anteriores,que han aprendido a mirar arriba o abajo en función unas veces de sus propias exigencias,y otras de las de los otros.
En el patio de la cárcel cohabitamos todos.Los que miran al cielo y los que miran la tierra y los que miran cielo y tierra.Ocurre sin embargo que el patio de la cárcel ,como tal ,exige de unos muros que contengan a los hombres burbuja.Estos muros rodean al conjunto que forman todos ellos.Los hombres burbuja sin embargo no conocen el color de estos muros,ni su tamaño ni su forma,ni el material de que están hechos.Los hombres burbuja tienen los muros del patio delante y muchos ignoran siquiera su existencia,porque los hombres burbuja tienen miedo y no se atreven a mirarlos.Lo más triste de todo es que estos muros,macizos en apariencia,están fabricados de papel mojado,que bastaría un soplo de aliento para derribarlos.Pero es el miedo de los hombres burbuja el que les impide mirar la frontera que les aisla y les provoca posar su mirada en lo alto o en lo bajo mas nunca en el frente.
Es una de las metáforas más bellas y reales que jamás he oido.Se me clavó una mañana de fin de año paseando entre mezquindades y jerarquías,entre posibilidades huecas y palabras sentidas o sin sentido.La idea se la debo a Carlos,licenciado en Psicología como yo y prematuro filósofo encargado de construir a los otros destruyéndolos.Cierta vez me preguntó acerca de qué ganaba yo con él.Mi contestación irónica fue que ideas para historias como ésta.Pero sin duda,tanto él como yo deducíamos que aquello era un insignificante vértice del gran polígono multiangular que nos unía y por momentos nos encerraba.De él he aprendido a compartir gestos y palabras,a tener conciencia de los escudos protectores que todos portamos,de los muros del patio de la cárcel que ,con todos los otros, cohabitamos.De él he aprendido a vencer la estupidez con el absurdo;a hacerme entender y no entender según mis exigencias.Y de él he aprendido otras tantas cosas que irremisiblemente me exigen seguir aprendiendo con él y conmigo mismo.
Daniel Díaz
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