jueves, 20 de mayo de 2010
Amor cuántico
Mar y Bel me explicaron la teoría cuántica del amor universal:
-“Las personas somos materia compuesta por átomos, los cuales vienen formados por partículas subatómicas. Éstas se mueven en campos de energía, los cuales no dejan de ser “algo” donde alternativamente las partículas subatómicas pasan de materia a energía.
De aquí se deduce que no existe la materia finita, sino como discontinuo espacio-temporal donde los supuestos “vacíos” entre partículas dejan sus huecos a la penetración de otras partículas.
El amor universal no deja de ser un hecho real, donde las partículas de nuestros cuerpos, cerebros y emociones (energía=materia) no paran de interactuar entre ellas en una mágica danza cuántica”.
Una vez terminada la exposición me quedé mirando la lámpara del techo de aquella casa de campo. Había calado en lo más profundo de mi alma. Mar no dejaba de sonreír y su amiga se servía un Gin-Tonic mientras tanto.
Mi mente no dejaba de ver huecos energéticos entre nuestros cuerpos. Cuando ellas se besaban mirándome de soslayo, mi cuerpo se sentía en la unión de sus lenguas. El sudor que segregaba su lascivo ósculo interactuaba con mis feromonas provocándome una fuerte histeria sexual.
Mientras meditaba observándolas, Mar se situó detrás de mí y empezó a olerme el cuello, bajando paulatinamente por mi espalda hasta acabar acariciándome con su lengua. Bel se arrodilló delante haciendo que sus partículas subatómicas se pelearan con mis electrones haciendo estallar mi placer en fotones de energía universal.
En un rincón del discontinuo espacio-temporal se produjo un fuerte estallido energético, provocando la dispersión, transmigración, conversión de todas las partículas pseudomateriales habidas a nuestros alrededores. Sentí el Universo expandirse y contraerse en sucesivas oleadas de electrones.
Acto después, la calma cuántica barrió todo dinamismo hedonista. Deshice el nudo subatómico y tumbado en la cama observé a mis amigas. Mar y Bel me sonreían complacidas de haber sido uno con el Todo: que la Santísima Trinidad se hubiera manifestado en todo su esplendor sexual.
Carlos Postigo
Cabecera: "Amantes eléctricos" - Sabine Pigalle
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