martes, 10 de mayo de 2011
Los arquetipos de Luz-Bel: 18 - (1+8=9) La Luna (El Crepúsculo)
Cuando la luz se va, queda la oscuridad. Los Eones ya se han unido para formar el Único Ser que siempre ha sido. Los arcontes como entidades sin luz propia han fenecido; pero queda uno, el más grande, el Primigenio, cuya fuerza le proporcionara en tiempos remotos la Gran Sacerdotisa. El Gran Presuntuoso que se enseñoreó sobre todo lo Creado y se erigió en Dios único y absoluto, rodeándose de una cohorte de acólitos a los que vino a llamar ángeles.
Triste mira hacia atrás. Hacia la oscuridad pues ya no le queda nada. Incluso la Luz divina que robara durante tantos eones de tiempo sale de el/ella, a motu propio, atraída por el Gran Eón que pronto se encuentra a abandonar el cósmico escenario. Tuvo en sus manos el poder para crear cuerpos y que sus criaturas, divididas o no en sexos opuestos, pudieran extenderse por todo el Multiverso.
Sabe que su falta de Luz, cuando El Gran Eón único haya emigrado, hará que desaparezca para siempre de la faz de la existencia. Triste, no se sabe si arrepentido, el Gran Presuntuoso ya es consciente de que su reinado acabó y que muy pronto, hasta el/ella, dejará de Ser. En algún lugar, piensa mientras todavía respira, quede algo de la memoria de lo que durante una eternidad sucedió en este lugar que ya, pronto, dejará de ser.
Todas las marionetas que creara para confundir a las partes de Osiris desperdigadas por el Orbe, permanecen con ella. La Mar y sus criaturas. Todo surgió de María. Todo morirá con su Memoria cuando ya no exista luz de Eones que devorar. Machos y hembras, de agua o de tierra, de aire o extraterrestres de otros planos y dimensiones. Ya, los agujeros negros que comunican con el Mundo Original están llamando a sus hermanos. Oscuridad parecen en el Plano del Gran Presuntuoso; pero en verdad, Luz Pura son, llamando con ardor a su Hermano Osiris reconstituido.
El Espíritu de Isis, la María Celestial, el Espíritu de la Gran Sacerdotisa que propició el nacimiento de la Gran Madre Gaia, ya no está a su servicio pues Osiris la reclamó para sí y como no podía ser de otro modo, ella ya marchó rauda al encuentro con su Amado. Solo queda una triste sombra de lo que otrora pareciera ser una imponente divinidad. Ahora todos conocemos como fuimos conocidos y el Gran Presuntuoso se encuentra desnudo e inerme ante la mirada del Dios, constituido de muchos dioses, que lo mira de forma indiferente. El Dios no posee en su Corazón capacidad para la pena o el desprecio.
El Crepúsculo de los dioses ya está aquí, se dice, mi pensamiento vuela, se volatiliza atraído por otras esferas de poder. Ya pronto no seré y me pregunto si alguna vez, en algún instante, he podido ser algo más que el pensamiento de algunos de esos seres cuya Luz devoraba con deleite y fruición. Nadie quedará aquí para recordarme. Nadie que adore mi recuerdo como me adoraron multitudes, mientras estuve gordo y frondoso de luz prestada. Lo que se presta hay que devolverlo y ha llegado el momento cósmico para hacerlo; pero lo que lamento es que yo soy ese préstamo. Todo mi Ser, porque aquí no podrá quedar nada, ni tan siquiera el aparente vacío Cósmico que será fagocitado por el Gran Eón y trasladado al mundo de donde vinimos.
Ya entra en sueño el Gran Presuntuoso, esperando el Día de su Juicio. Osiris rescatará de su Ser todo, como no puede ser de otro modo. No porque Osiris sea majestuoso y benevolente sino por propia Ley Divina. Nada se Pierde, porque la Nada, como la entendieron en el Multiverso, jamás ha existido. El Gran Presuntuoso, el/ella, su memoria va perdiendo mientras un hilo de Luz se dirige hasta Osiris que presto está a abrir el Portal de regreso a casa.
Hilos de Luz negra roban la luz a la Gran esfera arcóntica, al gran Demiurgo del Multiverso. Pero no es robar cuando solo se recupera lo que siempre ha sido tuyo. Las estrellas, Eones, caen unas sobre otras. Primero unas pocas, después cientos, miles millones, cientos de miles de millones. Ya está Osiris conformado, reconstituido en todas sus partes. Ya no hay Legisladores.
ARALBA
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