sábado, 7 de mayo de 2011
Conciencia-Cristo
Hoy he visto morir a Cristo. Gritos desgarradores inundaban mi habitación de matrimonio y he decidido cerrar la ventana. Lágrimas preñadas de dolor surcaban su rostro mientras que su mirada se perdía alrededor de la imagen que reflejaba el espejo del armario. Las paredes volvían sus ojos hacia la calle, negando una realidad que supuraba la pus de la amargura.
Ha sido necesario sufrir para salvarse. El dolor de la muerte se asemejaba a la expulsión de una piedra en el riñón a través de la uretra. Con mis ojos he presenciado cómo este canto subía desde las entrañas, ascendiendo a lo largo de la garganta, se detenía un momento ante la duda y el miedo hasta que ha sido extraído con la fuerza de la vida el amor.
Lázaro resucitó por la voluntad de Dios y yo he levantado con mis propias manos su cuerpo resucitado. Le he lavado, le he velado hasta que ha abierto lo ojos y me ha dado las gracias por no haber soltado la cuerda en su agónica ascensión desde el Hades hasta la realidad.
Gracias al autosacrificio Cristo se ha salvado; queda dispuesto a absorber nuevos dolores por salvar el amor de todos, el suyo y el de su María Magdalena. Todos morimos en algún momento con muchos dolores, pero a semejanza a los del parto, son el preámbulo de una nueva vida, de salvación y de paz en nuestras conciencias.
Conciencia o Dios, Dios o Conciencia. La muerte de Dios solo puede generar la muerte de la Humanidad. Amor o Tao, Tao o Amor, jamás podremos dominar el Tiempo. La ignorancia sucumbe a la ideología.
James King
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