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viernes, 12 de noviembre de 2010

Los arquetipos de Luz-Bel: 9 – El Ermitaño (El Eremita)


9 – El Ermitaño (El Eremita)

¡Tanto trabajo para esto! ¿Verdad, hijo mío?

Te haces uno con la Naturaleza, inseminas en ella la consciencia de la espiritualidad que traes de otro Mundo, el tuyo, el del Loco, el verdadero y original, cuidas que todo evolucione de una forma correcta y ahora, cuando conoces a tu madre y a tu esposa, cuando las has sometido en buena lid y has demostrado que la justicia de este Mundo no vale nada. Sí, ahora te retiras, como el Ermitaño que eres esperando el divino tránsito de la Muerte; pero un Eremita diferente, ya que no te encuentras en una cueva o resguardado por una cabaña, cuyos materiales han sido proporcionados por la Emperatriz. No.

Has descubierto que eres un Príncipe Iniciado; pero no de este Mundo y te has transformado en un solitario que vaga, cual peregrino, guiado por la linterna del Espíritu, aunque sin abandonar tu cuerpo, ya que te sostiene conectado a Gaia, tu nervudo cayado de cedro.

Tu trabajo, en este Plano, se está acabando. Tu trabajo será continuado por muchos y se transmitirá a todo el Orbe, a lo que hay debajo y a lo que existe sobre él. Eres un sabio que ha conseguido arrancar de este Mundo su génesis verdadera. Has descubierto que la vida solo es una representación de una Cósmica Obra de Teatro, de la cual tú parecías ser un simple intérprete más; pero no. Descubriste que tú no eras un simio más. Vislumbraste que podías no estar solo y que habría más como tú. Hiciste bien tu trabajo y envejeciste con honorabilidad.

Tu heredad espiritual continuará el Trabajo que comenzaste el día en que fuiste concebido, como Cuerpo, por el Mago. Es el final del ciclo donde la humanidad, en su conjunto, tomará conciencia de su real situación. Es el principio de otro ciclo para ti en otro plano más elevado, ya que cumpliste con tu divino mandato de actor. Sí, hijo mío, mostraste al mundo que vive en una permanente ilusión. Una terrible ilusión que les viene provocando dolor y sufrimiento, más dolor y más sufrimiento…

El Ermitaño, querido hijo, es el principio y fundamento real de la Nueva Era. Antes que ahora esa puerta estaba cerrada y tan sólo permanecía abierta para unos pocos. A partir de este instante, la Sabiduría del Mundo Original está a disposición de toda la humanidad. A disposición de aquellos que posean en su corazón un principio de Alma inmortal, porque el resto, desgraciadamente no podrá salvarse, ya que no son seres reales sino títeres y marionetas. Han sido creados, como personajes virtuales, para provocar apego en tu corazón y mantenerte unido a este inexistente Mundo en el que crees vivir.

Al fin lo comprendiste, hijo mío. Que no eres ciudadano de este Mundo y que deberás regresar al que tanto añoras. Pero de aquí no podrás llevarte nada más que lo puesto, ese hábito andrajoso y esas sandalias roídas por los ratones. Cualquier otro equipaje no te permitiría salir de aquí. La espera se te hace larga, pero tampoco puedes acelerarla. Tu báculo te sostendrá hasta que llegue el día en que abandones esta pretendida vida para recuperar tu auténtica Vida.

Vida, Camino, que nos muestras cada día, como buen yogui hindú, gracias a la luz que a ti mismo te guiara. La Emperatriz, la Naturaleza, ya se ha rendido a tus pies. Tu espíritu la ha convertido en menos material y más sutil. Ella, ahora, comprendiendo lo que realmente es, abre sus puertas de gravedad para que puedas volar lejos de ella. Siente que te pierde, hijo mío; pero por otro lado, conoce, en su Ser de Gaia, que es necesaria esa pérdida, imprescindible.

Ha llegado la hora en que todos los Iniciados, el Mundo, aquellos que han despertado del sueño y reconocido la Verdad de la ilusión en la que están inmersos, vayan levantando el vuelo en pos de tu estela luminosa. La estela que deja la linterna de un peregrino solitario que va abriendo el camino, a través de las existencias. Hasta luego, hijo mío. Recuerda que tienes un Padre caído que aún se mantiene sumido en las ciénagas de la materia. No lo olvides nunca hijo mío.


ARALBA

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