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lunes, 4 de octubre de 2010

Los arquetipos de Luz-Bel: 6 – Los Enamorados


Te has distanciado de mí, hijo mío, y te has convertido en el Héroe. Antes eras humano con pretensiones divinas, después Hombre-dios en formación. Ahora, hijo mío, sin embargo eres más que humano. Eres Dios encarnado, hijo de los dioses por heredad y fecundador de tus amadas señoras.

Primero, como Hombre-dios, inseminaste en forma de Emperador a la Emperatriz. Ella fue sojuzgada y es evidente que abusaste de ella a placer. Así cuando te convertiste en Sumo sacerdote, comprendiste, solo comprendiste, las aberraciones que habías cometido con tu madre y esposa; pero no estaba en tus manos poder solucionar el asunto. Entonces te pusiste a cambiar la mente de los emperadores, para que fuesen conscientes de que el dominio por la fuerza no era el camino correcto.

Ahora es diferente, hijo mío. El espíritu del Sumo sacerdote ha crecido en ti y te ha transformado en el Héroe por antonomasia. El Héroe divino que restablecerá el orden sobre la mancillada naturaleza. Tú lograrás que la Emperatriz recobre su belleza original y con amor recoja en su seno tu simiente eterna y divina.

Ahora, la naturaleza, no será hollada y maltratada. Tú hablas tiernamente con tu madre, le comentas lo que sabes de un mundo original y anterior a todo lo creado. Le cuentas que en su seno se encuentra el germen de todo aquello divino e inmaculado que siempre ha existido. Le susurras al oído que su verdadero nombre es Gaia y que te encuentras irremisiblemente enamorado de ella y le cuentas que quieres salvarla de la destrucción originada por el Emperador. Le dices que así eras tú; pero que has cambiado al recibir el fuego divino.

La enamorada Gaia, asiente todo lo que le susurras al oído, hijo mío. Sus ojos amorosos lo comprenden todo aunque su entendimiento sea parco. Ella no sabe mucho de muchas cosas; pero lo entiende casi todo. Ella sabe que te acercas a su seno con buenas intenciones y que igual que tú has cambiado ella también lo hará. Habrá cielos nuevos y tierra nueva, porque el Amo del Mundo ha cobrado consciencia de su divino Ser, su esencia y su verdadera función.

El Héroe, tú hijo mío, se une a su amada sin mancillarla. Con respeto la acaricia y besa sus lindos cabellos. Ella deja que la semilla de Hércules penetre en ella. Esa semilla engendrará a la Naturaleza superior. La que por un lado es fuego espiritual puro, en el arquetipo de la Sacerdotisa, y la que es puro amor engendrador como Emperatriz. Ahora, ella remeda en su interior el espíritu de su héroe y salvador.

Con el Hombre, hijo mío, la propia naturaleza, el Cosmos, se pierde o se salva. En buena gracia has nacido de nuevo tú. El déspota Emperador que se ha llegado a creer con el poder, lo tenía, para hacer con lo que le rodea lo que quisiera, ha comprendido que ese camino no lleva a parte alguna más que al odio, la locura, el miedo y la destrucción. El espíritu del Papa le ha hecho ver el craso error en el que estaba inmerso.

Esa unión del Emperador y del Sumo sacerdote, te han formado a ti, amado hijo mío. Tú con el amor que le profesas a tu Señora habrás hecho que el Espíritu inunde hasta cada una de las células de la Emperatriz con el fuego espiritual de la Papisa. Tiempo llegará cuando el León dormite con el cabrito y la serpiente con el ratoncillo, sin dañarlos.

Todo eso será posible cuando tú, mi Héroe bendito, mueva el carro de la Vida. No solo has inseminado a tu amada madre y esposa sino que deberás cuidar que su simiente no se malogre en el futuro porque todo está por hacer. Todos aquellos que predican que estamos inmersos en la Nueva Era engañan o al menos se equivocan. La Nueva Era comenzó cuando el Mago puso su Mirada en su creación; pero aún es pronto, según el reloj divino, para disfrutar del resultado de la fermentación, en este plano, del germen divino que tú has plantado, mi Amor.


ARALBA

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