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jueves, 22 de julio de 2010

Concepto Aralbista de la Consciencia



La consciencia es el principal atributo humano que parece diferenciarlo del resto de los animales. Independientemente de que dicha acertación fuese verdadera o falsa, lo cierto es que se encuentra condicionada por el entorno experiencial, tanto interno como externo de la especie humana.

Nuestra consciencia está limitada, por un lado, a las experiencias que llegan a nuestro cerebro desde los sentidos periféricos: Vista, tacto, oído, olfato y gusto; pero también por uno interior, al que se suele denominar, vulgarmente, como sexto sentido y que no es otra cosa que el resultado del trasiego de la información desde los nervios sensores, pasando por el sistema central de bus de información que es la médula espinal, el cerebro reptiliano o cerebelo, hasta las neuronas cerebrales y su intrincado sistema de procesamiento dentro de sus distintas parcelas.

Cada célula tiene un contenido genético, en el cual se encuentra también una memoria ancestral y que se remontaría a las primeras partículas vitales, virus, células y otros elementos conocidos o desconocidos por la ciencia actual. Toda la información que pasa por las células nerviosas, en el proceso de transmisión, como bien dice la física cuántica, es alterada, levemente modificada, hasta llegar a los órganos de comprensión. Los sueños de la máquina humana se producirían de un modo muy parecido al explicado aquí.

No obstante, a pesar de todas las limitaciones expuestas; la consciencia humana posee una característica, espiritual, que la hace dirigirse hasta planos que no tienen nada que ver con la realidad sentida. Eso demostraría que el Hombre es algo más que una máquina biológica desarrollada para subsistir y procrear en un mundo determinado.

Por lo tanto, la Consciencia tal y como la concebimos, estaría sujeta a un proceso de ambivalencia, donde tirarían dos fuerzas de gran importancia, la biológica que la ataría al plano de la realidad conocida y la espiritual que tendería, por inercia, a despegar los pies del suelo y elevar al ser humano a planos de existencia desconocidos para los sentidos y sus órganos de interpretación.

Sería de esos planos, donde la consciencia toma la información que luego es transformada en ideas religiosas o de otro tipo. Metafísicas para ser más comprensible.

Llegados a este punto, podríamos especular que en nosotros viven dos seres, uno que sería de este mundo, el Cuerpo y su alma, cuyo objetivo sería la pura supervivencia, mediante el alimento, defensa y reproducción, y otro que vive a sus expensas, el espíritu, que intenta transformar a la Criatura humana en algo diferente al resto de sus hermanos biológicos, los animales.

Al contrario que los simples parásitos, el Espíritu, como un buen simbionte, habría tenido una importancia vital en la conformación de lo que actualmente conocemos como Consciencia, haciendo que nuestra especie, en muchas circunstancias, anteponga lo espiritual y elevado del individuo, aunque desconocido, a la mera supervivencia biológica de la especie, real y perfectamente conocida.


ARALBA

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