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martes, 20 de marzo de 2012

Tradición Esotérica de Occidente - Capítulo IV (a)




La Vida da vueltas como una noria y si no fuera de este modo la tierra estaría llena.
¿Por qué luchamos contra el destino?
Acaso, la Eternidad nos encuentre algún  día  en  el lecho de muerte. La batalla es la vida, y la vida, movimiento que ahora parece surgir y después parece ocultarse a nuestra pobre visión de las cosas.
¿Por qué llaman al fuego destructor?

Un genio dijo que nada se destruye y que todo se transforma. Si esto es una ley física ¿Por qué nos empecinamos en seguir  hablando de destrucción?
El fuego purifica y sublima lo grosero a un nivel de existencia superior.
La Vida es una constante en el universo que unas veces toma forma de roca, otras de planta y en no pocas ocasiones de célula orgánica.
La Vida es la Inteligencia del Cosmos que hace por manifestarse en el más inhóspito de los infiernos terrenales.


            Es tremendamente triste leer la historia. Cierta historia. La historia que cuentan los descendientes sociales de los vencedores:
            De aquellos que cocieron a sus hermanos por pensar diferente. De aquellos que arrimaron la tea encendida a la paja y leña sobre la  que  yacían  indefensos y  atados  hombres. Hombres  que pensaban diferente. De aquellos que descuartizaron, desollaron y  empalaron, incluso a  mujeres,  porque su concepción del pensamiento religioso era distinto al suyo.

            En el capítulo anterior hablamos de la Indiferencia, bien entendida como Tao, que hay que enfrentar al mal; pero ¿Qué es el Mal?.
            ¿Cuál es la Verdadera Naturaleza del Mal?.
            ¿Cuál fue el error de los movimientos gnósticos y que les llevó a ser, prácticamente, borrados de la faz del planeta?.
            Como en toda cárcel, reformatorio u hospital psiquiátrico, en nuestro Universo existe un muro, invisible, que lo rodea como si de una esférica pecera se tratara.
            Los astrofísicos han descubierto que el Tiempo y el Espacio empezaron a ser, justo cuando el Verbo o Gran Explosión (Big Bang) tuvo lugar. Con la aparición de la Materia y consecuentemente la Masa, éstos, el Tiempo y el Espacio se plegaron curvando el Universo tal y como los astrónomos y otros científicos nos lo muestran. Toda esta Masa es la que produce, con su Fuerza Gravitacional, las causas y efectos que nuestros Estudiosos Humanos han enlatado y denominado como Leyes Cósmicas o Naturales. Es tan tremenda la masa que contiene la totalidad del Universo, y con ello la Gravedad, que es prácticamente imposible que nada constituido de materia, moléculas, átomos, neutrones, protones, electrones u otros pudieran escapar de su influencia.

            Según los Rosacruces, dentro de cada Astro, Planeta o Satélite habita un Espíritu. El error de algunos consiste en creer que esos Seres son mucho más elevados o evolucionados, en espíritu que el Ser Humano. Dentro de los mundos espirituales cada Entidad es una Molécula del Gran Hacedor del mismo Peso y Valor; pero en la materia, cada uno de estos Grandes Seres tiene encomendada una función específica y diferente. Esta función es, preferentemente, la de sostener el Status Quo que mantiene al Universo, en apariencia, estático y en un continuo movimiento pendular. Producto de este subir y bajar, ahora blanco y después negro, surge Arimán. Entidad Egregórica sin individualidad ni personalidad propia  que se manifiesta ante el estudio del hombre como Leyes inmutables. Estas fuerzas arimánicas, como veremos en este mismo estudio, no son ni buenas ni malas ya que actúan ciegamente y sólo se rigen por un instinto de conservación.
            Los Gnósticos de Valentín conocían la mítica ciudadela  celeste de Shambala  como el Pleroma. O mejor dicho, esta denominación era dada a la morada original del Hombre no caído en la involución material, ya que Shambala fue construida con posterioridad para servir de escala en la ascensión de éste hasta el Mundo del Espíritu Divino.
            Los Arcontes y Eones eran y son respectivamente, la materia oscura que existe en el Universo como: Planetas, Asteroides, Satélites, Polvo Cósmico, Estrellas de Neutrones y Agujeros Negros y las Estrellas, algunas Demiúrgicas, Quasares, Proto Galaxias y Galaxias que inundan con su Luz el falso vacío del Espacio Inter-Estelar.

            Algunos de estos Eones son Demiurgos, es decir, creadores y mantenedores de la materia orgánica e inorgánica que habita en su interior u órbita a su alrededor; pero sólo de la Materia que conforma los cuerpos experienciales, pues el espíritu, que los mueve, viene de fuera y es cedido por el Gran Arquitecto de los Universos. Algún astrónomo o biólogo dijo recientemente, de un modo acertado, que tanto el hombre como el resto de los seres estamos compuestos de Materia Estelar. Pues bien, estos Demiurgos, dioses o semidioses  (Malas Denominaciones) como es nuestra propia estrella (el Sol), no son ningún Dios, con mayúsculas; pues en el Mundo del Espíritu, como hemos visto, no dejan de ser otros Seres más, con el mismo potencial espiritual que el propio hombre; pero aquí en el Universo de Maya, de la Ilusión Espacio Temporal, les ha tocado representar el papel que les corresponde en el Teatro del Macro Cosmos así como nosotros debemos desarrollar  el que nos corresponde para con nuestros semejantes, así como para con todas aquellas criaturas que se encuentran bajo nuestro dominio material. No cabe duda que, nuestro vehículo físico no existiría de no habernos sido proporcionado por el Demiurgo que conocemos como Sol.
            Estas entidades astronómicas, Inteligentes, actúan en relación con nosotros del mismo modo en que nos comportamos respecto a las hormigas terrestres, es decir: Ciegamente.
            Cuando paseamos por el campo, los seres humanos, inevitablemente pisamos con nuestros pies y eliminamos miles de vidas. ¿En eso hay Mal?.
            Las leyes de causa y efecto son esas fuerzas arimánicas que el hombre ignorante denomina como mal y que como iremos viendo no es tal, hasta que nosotros mismos lo convertimos en dicha cosa.

            De todas las leyes que conocemos derivadas de la interacción de los Arcontes, Demians o demonios y de los Eones, Ángeles o Arcángeles se desprenden efectos que, cual surfistas al encuentro de su ola, si nos ponemos a favor de la corriente tendremos beneficios y por contra sufriremos calamidades. Otras veces la humanidad es incapaz de predecir los desastres naturales o cósmicos, si se dieran, pues no conoce la totalidad de las leyes y, consecuentemente, mueren muchos seres humanos como si de las hormigas mencionadas más arriba se tratara.
            Un terremoto, maremoto, erupción volcánica, tornados, huracanes, meteoritos, cometas, etc, etc... pueden ser los desencadenantes de esos desastres. El que sucedan esas calamidades no es mal, en si mismo, lo único que demuestra es que la tierra y el cosmos están vivos y de vez en cuando se mueven un poco más deprisa que en otras ocasiones. Ellos no son conscientes de nuestra destrucción. De hecho, los objetos celestes colisionan entre sí con mayor frecuencia de lo que hace pocos años se creía y como consecuencia mueren y se transforman en la simiente de nuevos cuerpos cósmicos. Somos nosotros, que vivimos en esta prisión, los que debemos estudiar pacientemente el libro que nos proporciona la naturaleza para predecir los acontecimientos catastróficos y evitar los desastres, dentro de lo posible.
            No es malo el tigre por comerse al incauto paseante que se introduce en el bosque sin defensa alguna. Es la imprudencia temeraria del explorador la que dará cuenta de su vida. El tigre sólo cumple con su obligación de depredar, pues necesita matar para poder sobrevivir. La superstición consiste en pensar que, porque un monje tibetano, en cierta ocasión, pasó por delante de un Tigre de Bengala sin que éste le prestara la más mínima atención y no le pasó nada, nosotros podremos hacer lo mismo. ¿Quién sabe si aquella fiera no se había cebado pocas horas antes de que el monje pasara por allí?.
            Podría existir una entre mil posibilidades de que se dieran las mismas condiciones positivas cuando pasásemos nosotros delante de la bestia: no seamos ilusos.

            Para explicar como el hombre llega a canalizar las Fuerzas Arimánicas de la Naturaleza y transformarlas en el auténtico y único Mal deberemos intentar demostrar que existen cuatro tipos de Individuos: Los Ignorantes de las leyes que rigen en el Universo y por tanto lo son zarandeados de aquí para allá como si de marionetas se trataran o plumas mecidas por el viento. Estos individuos creen en la casualidad, la mala o la buena suerte y forman la "Raza" de los supersticiosos que creen fielmente que no deben pasar por debajo de una escalera, derramar la sal, vestir de amarillo o encontrarse con un gato negro porque trae mala suerte.
            Otros, como veremos ya mencionados, que conocen los efectos de algunas, las más importantes, de esas leyes se agrupan en organizaciones conformando una fuerza electromagnética, Egregor, que canaliza como si de una vela luminosa se tratara en una determinada dirección las corrientes gravitatorias y radioactivas, Arimánicas, de los Arcontes y Eones y da la casualidad que la dirección que esas corrientes deciden tomar es la misma que originalmente tienen las mencionadas fuerzas.
            Estos individuos, grupales, creen que yendo a favor de la corriente de esas fuerzas, no consideradas ciegas por ellos, podrán llegar a buen puerto, la salvación o cosas parecidas. Están muy equivocados pues forman la masa humana que ciegamente se convierte en catalizadora del Movimiento Pendular que rige nuestro Universo y lo transforman en Magia Negra, "mal denominada Blanca", el auténtico Mal.

            Los antiguos gnósticos, antes de la Reforma de los Rosacruz, creyeron que agrupándose, como los anteriores, para formar una Fuerza Egregórica pero de signo contrario podrían compensar el avance de las Fuerzas Arimánicas primero para después abrir una brecha en el Espacio Tiempo que les permitiese edificar una escala permanente, Escalera de Jacob, y así poder alcanzar el Pleroma "La Majestuosa Jerusalén Celeste".
            La intención de aquellos hermanos nuestros era de alabar; pero estaban y aún hoy siguen, algunos, estando equivocados, pues la Fuerza Magnética de unos cuantos miles o millones de almas unidas no es suficiente para hacer frente a los cientos de miles de billones de masas constituidas por Eones y Arcontes.
            El Gigante Galáctico, ante esa pequeña concentración de Fuerza Luminosa se sacude el polvo destruyéndolos a casi todos como si de simples ácaros se tratara y así la pequeña Obra que se había construido queda derruida para desdicha de las generaciones futuras.
            La manera, absolutamente inconsciente que utiliza, vamos a llamarle, Arimán para defenderse es utilizando el Egregor, que vibra a la misma frecuencia que él, de todos aquellos que se han puesto a través de las edades a favor de las corrientes ciegas del Universo.
            Es entonces, cuando el 666 que es número de hombre "El Número del Hombre" se convierte en ejecutor de Muerte y de Ruindad. En anteriores escritos, que no tienen que ver directamente con estas lecciones, hablamos sobre este espinoso tema; pero no está de más que lo repitamos de nuevo:
            Las mentes más lúcidas se han estrujado el cerebro intentando descifrar el temido jeroglífico; pero hasta el presente nadie lo ha conseguido, fuera de la Rosacruz que dice que no existe el Mal sino el Bien en Formación, por lo tanto, no puede existir un Ser Maligno que se opone al Gran Hacedor, y sin embargo, la interpretación del enigma es algo tan sencillo como el tan manido huevo de Colón.
            El Triple Seis es Número de Hombre dice el Apocalipsis de Juan. ¿de qué hombre?: de la Humanidad en su conjunto.

            Según el Génesis, siempre simbólicamente, el Ser Humano fue creado el sexto día. Al estar, digamos, construido de forma triple. Es decir: compuesto de un Cuerpo Material, un Alma que le da la vida y el movimiento y una célula espiritual. Tenemos que efectivamente, el número que simboliza a este Ser debe ser el 6,6,6. El primer seis corresponde al día de la Creación del Cuerpo Humano definitivo.
             El segundo al día en que le fue infundida la Vida, el mismo día. Y el tercero el día que el espíritu toma posesión de sus vehículos de manifestación: el sexto día. Debemos recalcar que el Espíritu del Hombre no pudo ser creado ese simbólico sexto día ya que el Espíritu es preexistente; pero si fue, como hemos dicho, el día en que tomó la capitanía del Barco que es su cuerpo personalidad.
            No contentos con lo explicado hasta el momento, mostraremos como ese símbolo no corresponde a un personaje determinado sino a toda la Especie Humana, ya que la suma de 6+6+6 da como resultado 18 y ya que, según la tradición, debemos reducir cualquier número compuesto a su mínima expresión volvemos a sumar 1+8. Con esta suma conseguimos el número 9 que es el último número simple posible y representa la Plenitud de la Encarnación Humana. Desde otro punto de vista, comprendemos que es la máxima división posible del 1. El Adán Original.
            Es decir, el 9 representa a la raza humana dividida en todos los individuos que han existido, que existen y que existirán en la presente evolución humana: La Humanidad.

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