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viernes, 15 de abril de 2011

El Príncipe de este Mundo


Por algo será que en las Sagradas Escrituras de denomina al Diablo como Príncipe de este Mundo.

Cuando observamos el Universo mediante los telescopios, contemplamos una basta extensión de espacio en que aparenta reinar la calma y la armonía; pero según cambiamos las lentes para vislumbrar el mundo microscópico, observamos que todo bulle muy rápido y de forma desconcertante, hasta llegar al mundo caótico que nos muestra la física cuántica.

Cualquiera, en esas circunstancias, podría preguntarse ¿Cómo es posible que algo tan inestable, donde el Tiempo parece mudar y donde el arriba en el siguiente instante es abajo, donde reina el caos, en suma, pueda dar lugar a un Universo aparentemente tranquilo y estable?

Supongamos por un instante que el mundo es un Universo líquido e inconsistente, donde hemos ido colocando partículas sólidas hasta formar una superficie más o menos estable. Sobre esa superficie construimos toda nuestra civilización, edificios y carreteras. Esa estabilidad lograda, sobre la superficie artificial, no invalida que la base sobre la que se asienta es líquida e inestable.

Cuando observamos, con nuestros ojos, la superficie pulida de un mueble realizado por un experto ebanista notamos una aparente belleza que puede inundar nuestras almas mediante su contemplación; pero si empezamos a ampliar la superficie barnizada, con una lupa primero y después con un microscopio, comprobamos que esa, aparente, belleza se va transformando en múltiples irregularidades e imperfecciones hasta perderse, por completo, la suavidad de la superficie barnizada y convertirse en algo abstracto e incluso repulsivo.

En el Universo base, el tiempo fluye con tal velocidad y hacia ambos lados que no se puede saber si es presente pasado o futuro; pero conforme nos trasladamos a nuestro mundo habitual, el Tiempo se ralentiza y hasta la materia parece estabilizarse; pero eso no es más que una sensación subjetiva pues, al fin y al cabo, en el Universo conocido reina el Caos.

Lo dicho con anterioridad nos hace comprender que vivimos en un Mundo de Ilusión donde lo que hay no parece ser lo que realmente es. El Caos y la incertidumbre es la base primigenia donde se sustenta toda la existencia, como en el ejemplo de la base acuática sobre la que se ha forjado un mundo aparentemente estable. Las carreteras, las ciudades y hasta nuestras escuelas y lugares de ocio no dejan de estar asentadas sobre un sutil manto que navega por encima de un magma fluido. El fuego del Infierno.

Entonces sí, comprobamos que el Diablo, el Separador y el Engañador son el auténtico Príncipe de este Mundo. Lo que observamos es estable solo en la apariencia y sujeto a nuestra medida del Tiempo; pero el Universo Cuántico y su Caos inherente es quien realmente gobierna en todo el Multiverso, tanto en el nuestro conocido como en aquellos que se esconden tras la bambalinas de otras dimensiones inobservables.

ARALBA

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