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lunes, 13 de diciembre de 2010

Los arquetipos de Luz-Bel: 10 - La Rueda de la Fortuna


10 - La Rueda de la Fortuna

Amado mío, amante sin desposar, desde mi atalaya aquí en Shambala, puedo contemplar como la rueda de la vida, con sus causas y efectos, gira y gira de forma interminable en el multiverso espacio temporal que acabo de abandonar. Primero fui varón, después célibe me volví andrógino. La soledad que imprime la sabiduría me trasladó hasta este lugar intermedio, desde donde, como en un mirador, contemplo de forma panorámica todo lo que ha sucedido, sucede y sucederá. Ahora comprendo que nos estuvimos buscando sin encontrarnos a pesar de lo cerca que estábamos. ¿Por qué nos odiamos en el Mundo cuando debiéramos de habernos amado?

Todo gira y gira, amado mío, Un simio celeste que se cree Dios, se sumerge en un caótico mar donde involuciona hasta convertirse en materia primordial. Quartz, gluones, electrones, neutrones… Después evoluciona hasta adquirir un remedo de consciencia; pero sin dejar de ser una criatura viva de este mundo. Un simio con cierta inteligencia. Cuando llega a la cúspide de la rueda de la vida se transforma en un hombre-dios, con espíritu; pero todavía no es suficiente para que el Dios se desprenda del simio y se eleve hasta donde yo estoy. Amado mío, aquí sigo, como tu añorada amada, esperando a que ese simio sea abandonado como la carga de apego que tanto te lastra. Solo así podrás venir a mi encuentro o permitir que yo pudiera rescatarte.

La rueda del Carro de Apolo, gira que te gira por el Orbe provocando que solo una parte de la Vida tenga magnífica luz. La otra está gobernada por la más oscura Selene, su amada inalcanzable. Apolo corre que te corre, durante un tiempo sin tiempo; pero así que parece alcanzar a su amada así ella acelera su paso manteniendo siempre la distancia; solo en algunas circunstancias, durante los eclipses, Selene y Apolo pueden maridar, dándose un breve ósculo de amor, para volver a retornar al día o a la noche, según se tercie.

Todo lo que el simio hombre lleva consigo lo arrastra con la rueda de las causas y los efectos. Ese es el motivo de que a pesar de su evolución y transformación, primero en hombre y después en hombre dios, no pueda desprenderse del cascarón del karma y elevarse fuera de las esferas de Gaia. Permanece atrapado a la rueda que gira una y otra vez sin remedio. Yo te lanzo amado mío mi plegaria, cual mano y brazo, para que la escuches y te acojas a ella. Muchas veces lo has intentado, amado mío; pero pesabas demasiado y yo nunca, hasta ahora, he podido rescatarte.

Aquí sigo, fuera del Orbe, lejos de cualquier orbe del Multiverso, esperando pacientemente, cual angel rescatador, a que la rueda vuelva a subir y entronizarte en lo más alto de la pirámide de la Vida. Te veo, como en una panorámica, sojuzgar al mundo, coronado como simio emperador e iluminado por el espíritu celeste del mundo original; pero también contemplo como te lanzas a la vorágine de la involución porque el maldito lastre, cúmulo de vidas anteriores, te arrastra sin remedio para regresar a otro útero materno. Allí, la materia primordial, como semilla en crisol, calentada por el atanor de un seno femenino, te vuelve a hacer evolucionar hasta convertirte, de nuevo, en el simio hombre que vuelve a elevarse hasta lo más alto, para volver a sumergirse, de nuevo, en el halo celeste que mi propia alma te ofrece.

Aunque mi paciencia es infinita, amado mío, una y otra vez te me escapas; pero no es porque no se haya despertado la inteligencia en tu organismo biológico. Tampoco porque tu consciencia no esté despejada y comprenda la situación y eso es lo terrible, amado mío. Sabes cual es el auténtico problema, el Apego; pero aún así no sabes o quieres saber desprenderte de ello. Aquí sigo, fuera del Orbe, lejos de cualquier orbe del Multiverso, iluminando un mundo caído y degradado esperando que puedas o quieras darme la mano. Cuando ello suceda, amado mío, parte de la carga estelar que suponen tu espíritu y alma, abandonará la rueda de las existencias y por desequilibrio, primero, la rueda se parará expulsando, por la fuerza centrífuga, de sí misma a todas las criaturas atrapadas en su Ser; pero como, en el fondo, la rueda no es más que esencia de nosotros mismos, todo desaparecerá y volverá conmigo. Tú regresarás conmigo. Todo regresará con nosotros para seguir interpretando secuencias teatrales en otros lugares que no ocasionen el lamentable y triste accidente que originó este lóbrego escenario, este Mundo.


ARALBA

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