¡Oh, noble hijo!, lo que se llama la muerte ha llegado para ti. Dejas el mundo, pero no eres el único en hacerlo; la muerte llega a todos. No continúes atado a esta vida por el sentimiento y la debilidad. Pues aunque quisieras hacerlo por debilidad, no tendrías poder bastante para permanecer aquí, no pudiendo lograr otra cosa que errar por el Samsara. No te empeñes en lo imposible, no seas débil. Acuérdate de la preciosa divinidad (el Buda, el Dharma y el Sangha).
¡Oh, noble hijo!, sea cual sea el miedo y el terror que puedan asaltarte en el Chonyid Bardo, no olvides mis palabras, y guardando la significación de las mismas en tu corazón, avanza llevándolas como divisas, pues en ellas se encierra el secreto vital del conocimiento:
“¡Ay!, cuando la Experiencia de la Realidad luce sobre mí, una vez rechazado todo pensamiento de miedo, de terror, de temor a las apariencias, séame dado conocer que toda aparición es un reflejo de mi propia conciencia: y que pueda reconocerlas como naturaleza de las apariciones del Bardo. En este importante momento de cumplir un gran fin, que me sea concedido no temer a las tropas de Divinidades apacibles e irritadas que no son otra cosa que mis propias formas-pensamientos”.
Bardo Thodol – El Libro Tibetano de los Muertos
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