lunes, 22 de agosto de 2011
Kaos Quántico - CONSPIRACION - 14 - G-Joviana
Supuestamente, la Dimensión Gaia es el Mundo de la Realidad del Escritor; pero no por ello, es el Mundo Original. Gaia, sigue siendo un simple espejismo del Mundo Verdadero.
El Autor
*
(Dimensión Gaia 2074 d.c.)
14—G-Joviana
Pesadas y asalmonadas nubes eran salpicadas con estruendosos rayos que terminaban por cegar, con su luminosa blancura, cualquier tipo de instrumentación científica. Sólo el radar era capaz de detectar capas atmosféricas cada vez más densas, a medida que la ligera pero robusta cápsula se sumergía bajo el espeso manto gaseoso. El piloto de la esfera parecía incrustarse, hasta casi desaparecer, en su anatómico asiento, cuyos polímeros deformables, con memoria molecular, habían sido diseñados para soportar la brutal presión de varias G de gravedad.
La química del Planeta, compuesta principalmente de hidrógeno y helio, no era combustible debido a la, práctica, total ausencia de oxígeno; sólo esa circunstancia permitía que el Comandante pudiera utilizar los cohetes auxiliares de maniobra.
Las luces de la consola de mando comenzaron a parpadear arrítmicamente y el ordenador de abordo, tras detectar un imprevisto percance, lo comunicó al único tripulante.
— "De forma incomprensible, la nave ha sido atrapada por el vórtice de un tornado”.
Vientos con velocidades capaces de sobrepasar a la del propio sonido, provocaban en el diminuto entorno habitable, unos efectos vibratorios que podrían desconcertar a cualquier miembro de una especie inteligente.
—— "Tomo el control de la sonda. Los mandos manuales no responden. El piloto se encuentra inconsciente. Activada la caja negra ignífuga" — prosiguió la femenina voz del computador, con su característico tono metálico.
El solitario navegante yacía sumergido, aparentemente sin vida, en la espuma tecnológica de su asiento. Las carnes y piel de sus partes expuestas — cara y manos— parecían querer desprenderse de su esqueleto con la intención de tomar vida propia en un cercano círculo de influencia. Su vibrante faz dejaba entrever ráfagas de líneas, semejantes a rayos violáceos, debido a las múltiples hemorragias producidas en los vasos sanguíneos. Los ojos, sin vista, sobresalían de un modo horrible primero, para ocultarse después al abrigo de unos párpados inútiles y las habituales venillas empezaron a recibir una afluencia exagerada de sangre, cuya apariencia figuraban radios quebrados de un rojo intenso sobre enormes globos sobredimensionados y...
Su muerte parecía inminente.
Los motores de hidrógeno líquido y queroseno ayudaron al tímido avance de la maltrecha nodriza. La cual había hecho uso, en un intento desesperado, de sus impulsores nucleares.
Afuera, el resplandor natural del espeso caldo atmosférico, en cuyo origen era adornado por las interminables tormentas magnéticas, ahora era acompañado por una cadena de múltiples explosiones de diminutas bombas de fusión, así como de una extraña y siniestra sombra con forma de mujer.
La máquina, ideada para soportar las inclemencias derivadas de una exploración a las capas más externas de la atmósfera de Júpiter; había sabido salir airosa de su aventura, muy a pesar de los graves daños estructurales, por sus propios medios.
Había salvado con éxito, el vector de fuerza a que la había sometido el remolino joviano; pero faltaba conocer la salud del auténtico valor humano que habitaba sus entrañas.
Breves, pero efectivas descargas eléctricas realizaron su función de masaje cardíaco y los sensores vitales de todo tipo —electroencefalógrafo y cardiógrafo, entre otros — no paraban de monitorizar, intermitentes, como enloquecidos por una partícula vital que intentara no dejar de ser lo que en realidad era: Inteligencia.
Esta vez, Roberto Beltrán’Jr, tampoco moriría. Volvería para acabar con su destino.
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