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viernes, 26 de agosto de 2011

Bhagavad Gita - Canto I


Canto I - Conflicto y desaliento de Arjuna


Dritarastra:

1 Dime, SAÑJAYA ¿qué hicieron nuestros guerreros y los del ejército de los PANDAVAS cuando ansiosos de combatir, se encontraron en la llanura de KURUKSHETRA? (En los versos que siguen, SAÑJAYA describe cómo DURIODANA, al ver en orden de batalla al ejército enemigo, se dirigió a su preceptor DRONA y le expresó el temor de que el suyo, aunque numéricamente mayor, fuera más débil. Sigue después, como en todo poema épico, la relación de los guerreros de una y otra parte. Para enardecer el decaído ánimo del príncipe DURIODANA, BHISMA, el comandante en jefe de los KURUS, sonó con fuerza el caracol marino, lanzando estentóreos acentos semejantes al rugido del león, e instantáneamente innumerables conchas marinas, timbales, cuernos, címbalos y otros instrumentos guerreros, respondieron de todas partes con un atronador estruendo. Pero entonces KRISHNA, los príncipes PANDAVAS y sus guerreros, sonaron también sus conchas celestes y caracoles marinos, y sus estridentes sonidos desgarraban el corazón de los KURUS, pues su horrísono estruendo hacía retemblar cielos y tierra.) ARJUNA, de pie sobre su soberbio carro tirado por blancos corceles, se dirigió a KRISHNA, su amigo y auriga y le dijo estas palabras:

Arjuna:

21 ¡Oh KRISHNA, el Inmutable! Guía mi carro por entre los dos ejércitos,
22 para que pueda yo darme cuenta de quiénes están ahí ardiendo en bélico afán, y saber contra cuales guerreros he de combatir en esta fiera lucha.
23 Quiero ver de cerca quienes se han congregado en este campo de batalla, ávidos de pelear en defensa del pérfido hijo de DRITARASTRA.

Sañjaya:

24 Apenas hubo ARJUNA pronunciado estas palabras, KRISHNA condujo el espléndido carro hasta situarlo entre ambas huestes,
25 y al hallarse enfrente de BHISMA, DRONA y otros príncipes de la tierra, le manifestó: "Contempla, hijo de PRITHA, a los KURUS allí reunidos".
26 Recorrió entonces con su mirada, ARJUNA, ambos ejércitos y distinguió ante sí a padres y abuelos, a preceptores, tíos, hijos, hermanos, nietos y compañeros,
27 a padres políticos y a toda clase de familiares, así como a muchos amigos íntimos. Al ver a todos estos deudos suyos, frente a frente, prestos a lanzarse a la lid, el hijo de KUNTI
28 sintióse sobrecogido de dolor y compasión, y apoderándose de él un profundo desaliento, habló de esta suerte:

Arjuna:

¡Oh, KRISHNA! Al contemplar aquí a mis deudos y amigos, llenos de coraje e impacientes para empeñarse en una lucha fratricida,
29 mi rostro se demuda, siento secárseme la garganta, un frío mortal corre por mis venas, mis cabellos se erizan, y todo mi cuerpo se estremece de horror.
30 Hasta GANDIVA, mi arco fiel, se me cae de las manos, y mi piel se abrasa; fáltanme las fuerzas para sostenerme y mi cabeza está como presa de un vértigo.
31 Veo asimismo siniestros presagios. Dime ¿cuál puede ser la ventaja de esta horrible matanza? Cuando haya yo exterminado a mis parientes y seres amados ¿dónde podré encontrar la felicidad?
32 Yo no anhelo, oh KRISHNA, la victoria, ni el trono, ni los placeres, pues ¿qué son, GOVINDA un reino o los goces que depare? ¿qué es, incluso, la vida misma,
33 cuando aquéllos para cuyo bien ambicionamos el poder, la opulencia y el regalo, se hallan dispuestos a renunciar a toda riqueza y a todo bien?
34 Contra nosotros se enfrentan preceptores, padres e hijos, abuelos y nietos, tíos y sobrinos, cuñados, primos y demás parientes;
35 aunque deba yo perecer en sus manos, no quiero atentar contra su vida, ni aun para lograr la soberanía de los tres mundos; mucho menos por un reino terrestre.
36 ¿Qué goces podríamos saborear después de dar muerte a los hijos de DRITARASTRA? Aun con ser ellos unos criminales, incurriríamos en pecado exterminándolos.
37 No puedo, pues, matar a mis parientes, a los hijos de un rey que es hermano de mi propio padre. ¿Qué felicidad podría yo jamás sentir después?
38 Aun cuando ellos, cegados por la ambición, no vean mal alguno en la destrucción de una familia, ni se consideren culpables traicionando a los amigos,
39 ¿no debemos nosotros, al darnos cuenta de las consecuencias de una contienda como ésta, huir, abstenernos de tomar parte en ella?
40 Con la aniquilación de la familia desaparecen las tradicionales prácticas piadosas; de su abolición surge la impiedad que se enseñorea de todos los sobrevivientes.
41 Por el predominio de la impiedad, oh KRISHNA, deprávanse las mujeres, y de esta depravación nace la confusión de las castas.
42 Tal confusión arrastra hacia el infierno a los destructores de la familia y aun a la familia misma, puesto que los manes de sus antepasados, careciendo de las ofrendas funerarias, precipítanse en el abismo.
43 A consecuencia del crimen cometido por quienes destruyeron la familia y que originó la confusión resultante, extínguense para siempre los tradicionales ritos de la casta;
44 y, según nos dicen los libros sagrados, es el infierno la perdurable morada de los mortales cuyos ritos familiares se han perdido.
45 ¡Ay de mí! ¡Qué abominable crimen vamos a cometer si, seducidos por la recuperación de un trono, nos disponemos a exterminar a nuestros propios deudos!
46 Más me valiera que los hijos de DRITARASTRA con las armas en la mano me hallaran inerme y, sin oponerles yo la menor resistencia, me dieran muerte.
Sañjaya:
47 No bien hubo proferido estas palabras, soltó Arjuna su arco y sus flechas en el mismo campo de batalla, y se dejó caer en el asiento de su carro, con el corazón transido de angustia.

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