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martes, 1 de junio de 2010

Les voy a contar una historia.

Les voy a contar una historia.

En el bloque de viviendas donde vivo un día el presidente hizo una reunión de vecinos. “Vamos a tener un nuevo inquilino”, dijo. “Tenéis que cuidarlo y tratarlo muy bien, ha tenido una infancia muy dura y necesita un nuevo lugar donde vivir”, finalizó.

Así que se instaló al nuevo vecino por orden judicial en el 2º E. Sí, el piso en el que vivía ya una familia numerosa. “Pero que le vamos a hacer”, dijeron los miembros de la comunidad, “Aunque el piso le pertenece a la familia, hace muchos años fue el piso del abuelo del muchacho”, concluyeron.

Y el joven se instaló en casa de la familia tomando en propiedad la mejor habitación, el cuarto adjunto para su despacho, el baño y la cocina. La familia se vio obligada a poder utilizar tan solo el salón y una minúscula habitación. Cocinaban y hacían sus necesidades donde podían.

Al cabo de unos meses el joven se trajo a su novia y un par de amigos; y en poco tiempo, sin consultar a la comunidad de vecinos y menos a la familia con la que convivían, decidieron hacer un tabique que les separara finalmente de la familia. “Es que el niño pequeño de vez en cuando nos tira cosas y nos molesta”, comentaban. Se les olvidó decir que cada una de esas veces le daban un par de hostias al pequeño de la familia y al resto de los hermanos, por si acaso.

Pues eso, que levantaron un tabique divisor y se quedaron con la llave de la puerta que comunicaba con el resto de la casa. De vez en cuando entraban al otro lado despertaban a la familia, o le daban un par de bofetadas, para que supiesen que no tenían que molestar nunca.

Yo la verdad es que sabiendo todo esto no tengo muy claro porqué el resto de vecinos no hace nada ante esta situación tan injusta. De hecho, lo que pasó ayer es que unos cuantos vecinos se juntaron y decidieron ir a visitar a la pobre familia para darla algo de comer y unos juguetes para los niños. “Los otros” les pillaron en el descansillo. Y sin mediar palabra les soltaron una sarta de hostias tan increíble que varios de los vecinos han acabado en el hospital.

Se ha puesto una denuncia, pero el presidente de la comunidad dice que sí que está mal ir pegando por ahí pero que pobrecillo el joven, con todo lo que ha debido pasar en su infancia.

Y la comunidad de vecinos, pues se reunieron y dicen pensar igual ; que sí que está mal, pero que no se puede hacer nada. Que están en su derecho.

Pues eso, que les escribo a ustedes a ver si me pueden echar una mano.

Ah, por cierto, se me olvidaba, el vecino nuevo se llama Israel Sánchez Sión.

Daniel D.

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