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lunes, 26 de septiembre de 2011

Democracia,el juego de rol


Cuando la realidad nos empequeñece, tendemos a crear un mundo alternativo. Podemos entender ese empequeñecimiento desde muchas perspectivas (crisis socio-económica, idealismo utópico…) aunque solo hay un prisma: nuestro yo; pero esto es otra historia.

La salida a esta angustia (descartando el conocimiento) se escenifica mediante la creación de una realidad paralela, complementaria y casi sustituta a nuestra vida. Creamos escenarios donde podemos sentir el poder ilusorio en nuestras manos y aparcar durante unos momentos la sensación de ahogo vital.

No hay nada nuevo en la exposición de estas ideas, pero aplicándolas a la situación político-social española actual, podemos observar un fenómeno peculiar: la creación de un “democracia” alternativa a la ya existente. Se ha creado un nuevo juego de rol llamado “Democracia”, con muchos apellidos.

No quiero entrar en sus reglas, puesto que son bastante explícitas; únicamente me interesa resaltar la importancia y confusión que se ha hecho alrededor del juego, y el principal punto sobre el que quisiera incidir es el error de ver este juego como real sin tener en cuenta que no es más que un pasatiempo y que en ningún momento puede sustituir a la realidad, que aunque no nos guste “es”.

Hace años la sociedad española quedó impactada por el caso del “asesino del rol”, un adolescente que mató a un hombre en una parada de autobús como requisito para conseguir el objetivo que se había marcado en su propia partida de rol que él mismo había creado. En “Democracia” se persigue lo mismo: “conseguir los objetivos que nos marcamos en nuestra propia partida de rol que nosotros mismos hemos creado”. Quizás las consecuencias no sean tan tangibles como las del asesino adolescente, pero a la larga, si se sigue confundiendo realidad con ficción, se puede llegar a sufrir consecuencias devastadoras para una sociedad actualmente democrática como la española.

No podemos olvidar que un juego de rol individual no vale para jugarlo todos, y que si queremos que toda una sociedad juegue a nuestro juego, no solo deberemos convencerla de sus bondades, sino además deberemos ser conscientes que detrás del libro de reglas hay todo un mundo (editores, publicistas, economistas…) que es el real.

James King

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